jueves, 16 de octubre de 2008

Castil de Carrias - Burgos



Hoy es un día poco agraciado para mi. Porque mira que es fácil llegar a este pueblo (luego lo supe), pero mi empecinamiento hizo que tomara un par de veces el camino mal, uno de ellos bastante malo, antes de encontrar el bueno. Bien, después de casi una hora de retraso sobre el tiempo estipulado llegué a la desviación perfectamente marcada: Castil de Carrias 4. La verdad es que el camino está bastante bien, asfaltado hasta la llegada al pueblo. Me encuentro a unos 20 Km. de Belorado y a unos 30 de Briviesca. Quizás una de las razonas de la despoblación es la cercanía a estas dos poblaciones mucho más desarrolladas que Castil de Carrias. En sus calles hay un silencio que grita. Tremendas casas que se mantienen en pie nos muestran que hasta hace poco aquí había vida. Un cartel desvencijado con el nombre del pueblo nos adentra por la parte de abajo.



Este es un señor pueblo. Un señor pueblo fantasma, claro. Llegó a albergar en sus mejores días a casi 200 habitantes. A mediados del siglo XX, como la mayoría de los pueblos que abandonados, Castil de Carrias fue quedando poco a poco despoblado. En 1967 se produjo el último nacimiento. Después de abandonar el pueblo dos personas en 1975, quedó solo Florentino González, último habitante de la población; allí vivió muchos años de soledad hasta su muerte, en enero de 1994. La principal causa de de este abndono como siempre es la escasez de agua y la dureza del clima.




Me acerco a la iglesia. Contruida en siglo XVII, conserva bastante bien toda su estructura. Una arcada exterior da paso a un porche, copia de las construcciones románicas de la zona. Por dentro el estado es bueno. Lo único que parece más profanado (una vez más) son las tumbas. Paseo por el interior intentando no pisar algunos de los huesos que asoman por el suelo. Construcción sencilla y con poco valor artístico, lo que la hace que no se hayan ensañado con ella los saqueadores. Las construcciones en general de todo el pueblo se conservan bastante bien. Alguna calle asfaltada, letreros, casas de piedra intactas, en algún momento parece que paseo por algún pequeño pueblo actual de la meseta burgalesa. Varios almacenes están restaurados,seguramente usados para guardar aperos agrícolas (hoy por hoy, accesorios de tractor), o símplemente para almacenar cosechas.






Sea como fuere, nunca había visto un pueblo fantasma tan bien conservado como Castil de Carrias. Una gran pena que estos nucleos no sean rehabilitados a través de subvenciones de fondos europeos para poder restablecer un poco el mundo rural como alternativa a la vida cara, consumista y estresante de la urbe.


jueves, 2 de octubre de 2008

Puentes de Amaya - Burgos



Dura, muy dura tuvo que ser la vida de los habitantes de Puentes de Amaya. Metido literalmente en un valle rodeado de montaña pelada y cerca de nada, es normal que uno piense en el declive paulatino de este pueblo. Tras un acceso un poco complicado -camino de tierra bien conservado, pero con numerosas ramificaciones-, mi instinto me llevó simplemente a seguir el camino que mas se acercaba al margen del río. A los pocos kilómetros me topé con él. Y lo digo así porque fue así. Puentes se encuentra tan deteriorado y erosionado por la acción de la naturaleza que cuando te das cuenta estás delante de las primeras casas.

Aquí si que la soledad es un dato muy importante a tener en cuenta. Todo está camuflado, hay que ir investigando por aquí y por allá para ir encontrando rastos de civilización.




El pueblo, la mayoría ganadero, tuvo muchos problemas en el siglo pasado con la luz. En los años 20 en el pueblo mas cercano instalaron un molino que generaba luz. Pero los habitantes de Puentes sólo aguantaron 3 años ya que era imposible el mantenimiento de la misma por lo que ganaban. Así que siguieron con el candil. Esto hizo que prácticamente quedara despoblado. Desafortunadamente esta pequeña despoblación hizo que las culebras camparan a sus anchas y empezaran a invadir todo, matando incluso el ganado. Así que los últimos habitantes de Puentes de Amaya lo abandonaron sobre 1973. Desde entonces el tiempo y la naturalez ha hecho estragos.





La iglesia la podemos dibujar entre zarzas. El acceso es bastante difícil, aunque a través de una puertecilla y agachándonos para que las zarzas no nos pillen, mi perra y yo logramos entrar. Un estado lamentable de ruinas nos saluda, aunque sin prácticamente expoliación, es lo que tiene un sitio alejado de todo. Sólo podemos estar en el ábside, ya que el resto esta "comido" por vegetación. Iglesia rural y modesta, todavía se ve algún resto de policromía, y conserva en un capitel una cabeza grabada. Poco más podemos decir.


Condiciones duras, sin luz, invadidos por culebras. Ya poco quedaba por hacer allí. Abandono el lugar con la sensación que me deja muchas veces estos sitios. Desde el siglo XII, lo mucho que se lucha por construir un hogar, un nucleo social, para que luego en apenas 50 años -época de revolución industrial y tecnológica- todo quede a merced del tiempo... descanse en paz.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Tamayo - Burgos


Este es un pueblo extraño. Nos encontramos a dos kilómetros de Oña. Después de coger una vía asfaltada que discurre por huertos de árboles frutales, llegamos hasta el pueblo, en la misma base de la carretera. Allí sorprende que haya varios huertos activos y alguna casa que otra al principio del mismo rehabilitada. Sin enmbargo, según vas entrando al centro, ves su auténtica cara desoladora. Muchas casas se conservan bastante bien -por lo menos sus muros exteriores-, las puertas todavía conservan robustez, y los números de las calle todavía figuran encima del del dintel. Algún escudo nobiliario en las fachadas, la otorgan a esta villa de cierta importancia. Y en realidad la tuvo. Hasta que poco a poco sus habitantes fueron abandonandola. Una cosa he leído, otra he visto. Leí que sin suministro de agua ni luz en los sesenta fue deshabitado. Pero al estar allí me doy cuenta de que hay preinstalación de luz en todo el pueblo, y alcantarillado... ¿Quizás alguna otra causa?...

Una anécdota interesante tiene este pueblo. A mediados del siglo XIX hubo un acontecimiento bastante extraño. Al mismo tiempo que una gran nube de humo se alzaba en el cielo, tapando el Sol, hubo una especie de "corrimiento de tierras" en los campos de alrededor, confundiendo así a los vecinos que no alcazaban a encontrar sus huertos en el mismo sitio después del suceso. A las casas y habitantes no les pasó nada. Este hecho está narrado en un libro de cróni8cas oficiales de españa, así como en el libro de la parroquia. Sin embargo al buscar movimientos sísmicos en la fecha, no hay ningún dato. De hecho no exisite ninguno en ese año específico -1849. Bastante extraño...







La iglesia se impone en mitad de Tamayo con una conservación exterior espectacular. El buen estado de conservación de la misma y la vegetación que campa libremente por sus paredes la dotan de un tinte misterioso e inquietante. Entrar en un sitio como este no es nada relajante. Por dentro, lo de siempre. Tumbas profanadas, altares destrozados y pintadas varias que no hacen mas que destrozar lo abandonado. Alta y robusta, nada más podemos destacar ya que el expolio ha sido total.





Abandono el pueblo con una sensación de que todo lo que he leído no es suficiente para explicar esta huída. Podrían ser varios factores juntos. Pero el misterio morirá siempre entre las casas de Tamayo.

Valdearnedo - Burgos


Creo que me falta poco para llegar. Pero ya me voy imaginando la dureza de la vida en este pueblo fantasma. En el último nucleo habitado que he pasado -Arconada- he cogido una pista sin asfaltar, relativamente acondicionada -siempre relativamente, ya que estos caminos se erosionan con bastante facilidad dependiendo de las condiciones climatológicas-, que me conducirá después de unos 4 Km. a Valdearnedo. Aunque el camino discurre a la vera del río, parece autenticamente un paisaje lunar. Cerros desnudos de cualquier tipo de vegetación, da la impresión de entrar en una zona árida y seca.
Por fin he llegado. El silencio lo ocupa todo. La compañía de mi Spaniel logra disimular un poco la intranquilidad que da el estar en estos lugares llenos de un silencio que grita de pena. Todavía podemos encontrar casas muy enteras, esperando a sus dueños. Establos perfectamente conservados, puertas y ventanas en pie, vestigios de los últimos pobladores que marcharon allá por la década de los 80. Vemos dinteles robados, seguramente grabados con algún escudo. Como casi siempre, en Valdearnedo la falta de luz y agua corriente, hicieron mella poco a poco hasta su total abandono. Las veinte familias aproximadas que exisistían vivendo del ganado y de un fértil cauce donde recogían truchas, barbos y anguilas, fue despareciendo, dejando el lugar desolado y a merced del tiempo.

En la parte alta del pueblo se alza la iglesia. De origen románico, es una de las construcciones que peor se consevarn de todas. Reforzada por dentro por unos contrafuertes que aguantan las paredes abombadas hacia fuera por el peso de la bóveda, el resto podemos decir que está en un estado de conservación penoso. Expoliada, lo poco que atisbamos se encuentra en el suelo -trozos de altar-, o profanado -como tumbas abiertas. Afortunadamente, la pila bautismal se guarda a buen recaudo en el monasterio de las clarisas de Castil de Lences. Ni las zonas más alejadas se salvan de la gente inhumana.
Creo que ya es hora de que vuelva a haber silencio en este lugar. Creo que las visitas la gustan a medias. Creo que Valdearnedo ya se ha hecho a su soledad. Creo que sus casas quieren desaparecer en el anonimato de para siempre. Creo que el pueblo me vigila mientras vuelvo sobre mis pasos al coche. Creo que ya es hora de abandonar el lugar. Hasta siempre Valdearnedo...




martes, 30 de septiembre de 2008

Bárcena de Bureba - Burgos

Entro en este pueblo fantasma a través de... ¡una cantera abandonada!. Vaya, ya desde el principio y aún estando dentro del coche la adrenalina empieza a moverse al pasar con precaución por un camino abrupto de terrenos blancuzcos (no estoy seguro si de yeso o de alguna roca que pueda contener gran cantidad de cloruro de calcio como por ejemplo la caliza).


Comienzo a adrentarme en el pueblo por un camino que me lleva directamente al barrio alto. Parece que está bien definido en dos barrios. El de arriba está coronado por la iglesia. Es donde mejor se ve el principipal ingreso económico que tenía la gente de Bárce de bureba, los campos de cultivo de cereal. El de abajo queda en la zona del río Hontomin, rodeado de exuberante vegetación. Aquí el pueblo poseía dos molinos harineros usados por las demás aldeas cercanas.



En los años 40 el alcalde del pueblo decidió negarse a instalar el tendido de luz que estababan incorporando el resto de nucleos rurales de la zona. Podríamos decir que esta persona tuvo "pocas luces"... Años después, el proyecto se hacía caro e inviable, dejando a la población en condiciones precarias en invierno cuando los lobos bajaban hasta las mismas calles del pueblo. Así que Bárcena inició un proceso lento y sufrido de abndono progresivo hasta su completa extinción de población en los años 90.


Veo casas de buena planta. Muchas con dos alturas, aparte de las cuadras en la planta baja. Puertas adoveladas y muros robustos. Paseo por su silencio. El día se va abriendo con pereza, después de amanecer nublado. Una sensación de pena siempre me acoge en estos lugares. Lo que cuesta y se tarda en construir y crear todo esto, para que tenga que ser abandonado. No me canso de imaginar estos pueblos en sus mejores tiempos, con niños corriendo por las calles, mujeres sentadas al lado de sus casas, gente entrando y saliendo de la iglesia, hombre labrando la tierra.... año tras año luchando por vivir cuando su destino estaba escrito desde hacía mucho tiempo. Voy a la iglesia...

El edificio de origen románico se conserva por fuera con relativa consistencia, siendo la parte más lastimada el interior del mismo. El saqueo y la profanación siempre están presentes en el abandono de lugares sagrados. La iglesia, consagrada a San Julián, ha conseguido guardar su retablo gracias a que fue trasladado a un museo de Burgos. El resto, ya lo sabemos. Lo de siempre. Restos de altar desperdigados, tumbas abiertas y pintadas por todas partes. Una pena.


Según vuelvo al coche me doy cuenta de las dimensiones del lugar. En Bárcena de Bureba existían a finles del siglo XIX casi treinta casas, con familias

dedicadas al trabajo en el campo, sobre todo de trigo y cebada. En
la parte baja, cerca del río se plantaban árboles frutales, que toda-
vía hoy se pueden ver.
Sacio un poco mi gula con algunas moras que crecen con total
libertad en la zona -dentro, fuera, al lado y en las casas- antes de
retornar al coche y dejar de nuevo a esta zona de un silencio abso-
luto. Un silencio que grita de pena y, sobre todo, de soledad...