jueves, 2 de octubre de 2008

Puentes de Amaya - Burgos



Dura, muy dura tuvo que ser la vida de los habitantes de Puentes de Amaya. Metido literalmente en un valle rodeado de montaña pelada y cerca de nada, es normal que uno piense en el declive paulatino de este pueblo. Tras un acceso un poco complicado -camino de tierra bien conservado, pero con numerosas ramificaciones-, mi instinto me llevó simplemente a seguir el camino que mas se acercaba al margen del río. A los pocos kilómetros me topé con él. Y lo digo así porque fue así. Puentes se encuentra tan deteriorado y erosionado por la acción de la naturaleza que cuando te das cuenta estás delante de las primeras casas.

Aquí si que la soledad es un dato muy importante a tener en cuenta. Todo está camuflado, hay que ir investigando por aquí y por allá para ir encontrando rastos de civilización.




El pueblo, la mayoría ganadero, tuvo muchos problemas en el siglo pasado con la luz. En los años 20 en el pueblo mas cercano instalaron un molino que generaba luz. Pero los habitantes de Puentes sólo aguantaron 3 años ya que era imposible el mantenimiento de la misma por lo que ganaban. Así que siguieron con el candil. Esto hizo que prácticamente quedara despoblado. Desafortunadamente esta pequeña despoblación hizo que las culebras camparan a sus anchas y empezaran a invadir todo, matando incluso el ganado. Así que los últimos habitantes de Puentes de Amaya lo abandonaron sobre 1973. Desde entonces el tiempo y la naturalez ha hecho estragos.





La iglesia la podemos dibujar entre zarzas. El acceso es bastante difícil, aunque a través de una puertecilla y agachándonos para que las zarzas no nos pillen, mi perra y yo logramos entrar. Un estado lamentable de ruinas nos saluda, aunque sin prácticamente expoliación, es lo que tiene un sitio alejado de todo. Sólo podemos estar en el ábside, ya que el resto esta "comido" por vegetación. Iglesia rural y modesta, todavía se ve algún resto de policromía, y conserva en un capitel una cabeza grabada. Poco más podemos decir.


Condiciones duras, sin luz, invadidos por culebras. Ya poco quedaba por hacer allí. Abandono el lugar con la sensación que me deja muchas veces estos sitios. Desde el siglo XII, lo mucho que se lucha por construir un hogar, un nucleo social, para que luego en apenas 50 años -época de revolución industrial y tecnológica- todo quede a merced del tiempo... descanse en paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sin prácticamente expoliación?

Te sorprenderías de lo rápido que las "aves de rapiña" pusieron "sus garras" en el pueblo nada más salir el último habitante. Para concretar un poco más, te diré que desaparecieron casas enteras del pueblo, robadas piedra a piedra y teja a teja, viga a viga. Y te aseguro que sé de lo que hablo.